Así como existe una historia del derecho, la hay de la mirada. Es un transcurrir desde el retrato pictórico, que pasa por la fotografía tradicional y llega con la tecnología a lo que se ha dado en llamar selfie (anglicismo que refiere a “foto de uno mismo”).
Las implicancias del recorrido histórico son muchas. La mirada del pintor, que con todo el tiempo que confieren los colores y pinceles, puede retratar con astucia y detalle (más o menos benevolencia con el objeto pintado), a la del fotógrafo urgido por la necesidad de encontrar el trouvaille o lucky find que caracteriza una buena imagen; y de allí, al fenómeno de la selfie, en la que el ojo del fotógrafo es reemplazado por [...]