Como en la antigua Roma, donde solo podían ser senadores los miembros de determinadas familias patricias, todavía existen en nuestro ordenamiento, disposiciones que regulan privilegios para acceder a la función pública por razones de parentesco.
Normas de sesgo feudal que sobrevivieron el paso del tiempo y generan una “sospecha” de discriminación: Nuestra Nación no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento. No hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza.
La idoneidad (única condición para acceder a los cargos públicos) no es un gen que se hereda. En un dictamen vinculado al Estatuto para el Personal del BCRA, la Procuración del Tesoro opinó que el privilegio a favor de los familiares de los empleados fallecidos para ingresar al Banco, es contrario a la Constitución Nacional y a los Tratados Internacionales de igual rango (Ver dictamen).
Por Decreto N° 732/18 (Ver acá) se instruyó a las autoridades del Sector Público Nacional a revisar y derogar cualquier norma que establezca esa clase de prerrogativas. Nos alegramos por esta iniciativa. Deja en claro que, en la carrera para integrar las filas de la Administración, nadie hereda unos metros de ventaja.