La profesión de abogado no es como cualquiera a la hora de las encrucijadas éticas. Cierto es que muchas veces los límites se difuminan, pero hay situaciones que no admiten discusión, son blanco o negro. Un caso preclaro es litigar contra el propio país en un ámbito internacional. Podría ser exagerado invocar la última parte del artículo 29 de la Constitución Nacional, pero anteponer el propio peculio a la pertenencia es cruzar un Rubicón que debiera ser infranqueable, más allá de lo que digan los códigos.
Interroguemos a la historia. Allá por 1876, Bernardo de Yrigoyen era canciller y puso en evidencia la encrucijada ética. En medio de una crisis financiera, un banco [...]