Los últimos 30 años de nuestra historia institucional han estado signados por un ritmo discontinuo y traumático. Visiones antagónicas que dieron lugar a una vida política de disputa permanente y escasa potencia constructiva. Vivimos de ordinario en un proyecto agonal, dominado por rasgos autoritarios, con caprichos fundacionales que menospreciaban sistemáticamente cualquier logro del turno precedente, en un constante volver a empezar. El cenit fue un modelo fundado en una filosofía del presente continuo, representado por un Estado dadivoso para saldar el aquí y ahora, con un régimen económico basado en el consumo de bienes efímeros y la pedagogía del odio.
El resultado fue una [...]